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Diversidad en la mesa, derechos en la agenda


Soufiane llegó a Barcelona hace apenas tres meses cuando lo conocí. Se presentó a la
entrevista para entrar en el programa de formación prelaboral Cuinant Oportunitats de la
Fundación Mescladís. Yo también era nueva allí, aprendiendo las reglas y sin darme cuenta,
reproduciendo también las que no tenían sentido. En aquel entonces exigíamos,
respondiendo a las reglas de extranjería, tres años de empadronamiento para poder
acceder y Soufiane me dijo que los tenía.


Al finalizar su formación, tras verlo destacar por su actitud, empatía y talento en la cocina,
quisimos contratarlo. Ahí supimos que no llevaba el tiempo de padrón suficiente para poder
hacerlo. “A veces, si es para una oportunidad como trabajar, mentir no está tan mal”, me
dijo y tenía razón. Él no lo sabía pero me había enseñado que la voluntad de participar y
aportar debería pesar más que cualquier burocracia. Y además que mis buenas intenciones
sin acción ni pensamiento crítico, se quedarían en solo intenciones.


En los tiempos actuales no podemos seguir hablando de migración con fórmulas vacías.
Necesitamos modelos de gestión que dejen de ser laberintos burocráticos y empiecen a
sostenerse en la práctica y vida real. La Agenda 2030 está a la vuelta de la esquina y como
Soufiane me enseñó, no son suficientes solo las buenas intenciones. Tenemos que
empezar a pensar en políticas de inclusión duraderas que respondan a un modelo de
gestión sostenible de la migración. Y con ello me refiero a un modelo que te de las
herramientas para que puedas ayudarte a ti mismo. ¿Y cómo te ayudas si no es
mediante el acceso al trabajo?


En España, las personas migrantes hemos sido responsables de impulsar cerca del 80%
del crecimiento del PIB desde 2019. Según el Banco Central Europeo, en un contexto de
envejecimiento y baja natalidad, el aumento de la migración y la mayor participación laboral
de personas extranjeras han sido claves para sostener la economía del país. Además en
2024 enviamos alrededor de 700 mil millones de dólares en remesas a países de ingresos
bajos y medianos. Según la Organización Internacional para las Migraciones, esta cifra
supera la asistencia oficial para el desarrollo y la inversión extranjera directa juntas.
Además del valor económico aportado allí y aquí, el trabajo es lo que nos permite a las
personas inscribirnos en un campo de significados, vínculos y reconocimiento. Es participar
de lo común. El psicoanálisis lo señaló hace tiempo: el trabajo no es solo una actividad
económica, sino una vía fundamental de socialización. Y en ese carácter relacional reside
su potente valor social. Por ello garantizar el acceso al empleo es condición indispensable
para que la transformación social deje de ser un discurso vacío y se convierta en una
herramienta real y sostenible. Es también uno de los parámetros que mide la calidad de una
democracia.


Aún así, lo que la experiencia y datos confirman, parece que las administraciones públicas
no lo terminan de comprender. En España, por ejemplo, las personas migrantes debemos
esperar al menos dos años para acceder a un trabajo digno. Se nos exige llegar y sobrevivir
con derechos vulnerados para después poder comenzar el trámite para solicitar aquel
empleo. Como si se tratara de un premio a la supervivencia o un favor en vez de un derecho
fundamental.

En ese lapso, el país pierde la posibilidad de generar mayor valor económico e ingresos
fiscales desde el primer día. Desperdicia el capital social que cada persona puede aportar a
su trabajo y comunidad. Es, en definitiva, desperdiciar la verdadera esencia del trabajo de
incluir y donde peor aún, refuerza la visión criminalizadora de la persona migrante,
profundizando la brecha y alimentando desigualdad.
Por eso, además del acceso inmediato al empleo como política de inclusión sostenible, es
aquí donde creo que se juega el trabajo de inclusión más urgente: en generar espacios de
escucha y tolerancia donde las preguntas pesen más que las certezas. Tenemos que
invitarnos a dejar de convivir y consumir solo con quienes piensan igual.
Hablar de inclusión social implica, de entrada, reconocer la existencia de diferencias y
actuar para que estas no se traduzcan en desigualdades. No es encajar a alguien en lo que
ya existe; es transformar lo que existe para que todos quepamos. Implica transformar el
marco mismo: eliminar barreras, replantear normas y abrir espacios. Es un ejercicio activo,
que exige negociación y escucha.


El caso del sector de la hostelería es un ejemplo interesante. Representa uno de los
principales motores económicos y laborales en España. En el 2024 generó más de 1,6
millones de empleos, lo que equivale a casi 8% del total nacional. Es evidente su enorme
potencial para promover empleo. Pero su relevancia no es sólo económica: bares y
restaurantes son espacios de encuentro. Templos sociales donde se conversa, se celebra y
se comparte. Lugares donde la invitación a convivir y compartir el espacio está sobre la
mesa. Si a eso le agregamos diversidad en sabores, rostros y acentos, tenemos entre
manos un enorme potencial de intercambio. Una oportunidad para comenzar a tender
puentes desde entornos relajados. Más cerca del disfrute y lejos del temor.
Es urgente crear mecanismos de inclusión que usen el mercado para promover
derechos y hagan visible la diversidad en todas sus formas. Tenemos que crear más
espacios de intercambio donde la diversidad, en todas sus formas, se haga visible.
Hay que empezar a mirarnos más la cara y hacernos más preguntas. Porque la pregunta
antecede a la tolerancia.


Hoy Soufiane es mi compañero de trabajo. Juntos formamos parte de un equipo que
acompaña cada año a 250 personas que, como él en su momento, buscan en la formación
las herramientas para ayudarse a sí mismas a través del acceso al trabajo. Nosotros
hacemos de la comida una herramienta para poner en valor la diversidad y del mercado un
aliado para impulsar oportunidades. Eso es solo un ejemplo de lo que es posible y si
nosotros podemos, entonces se puede.

Nota: Victoria Ghio, encargada de la Productora de Conocimiento

Publicado en Alternativas Economicas

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